És una carta, però com no me la publicaveu ja no sabia què fer, és molt important per a mi

Ayer, día 4 de octubre, te fuiste. Te fuiste sin previo aviso, así, sin más. Sin poderte despedir. Sin poder decir tus últimas palabras siendo consciente de que éstas, lo serían. Pero sobretodo, te fuiste dejando un gran vacío. Un gran vacío que no seremos capaces de llenar. ¿Sabes? Aún no me creo que haya pasado esto. Aún no me creo que no vaya a volver a llegar a tu casa y hacer lo de siempre. Saludar al yayo, con un 'jau' y dos besos, preguntar si está la yaya, que me diga que si, que por ahí tiene que estar, llegar al comedor y verte. Verte sentada en tu butaca. La butaca de al lado de la puerta, si, esa en la que guardabas todo. Desde las gafas, hasta pañuelos, papeles del médico, caramelos... Todo lo metías ahí. Después de eso, me dirías 'sientate ahí anda' en la silla de delante tuyo, que está enmedio el salón porque tenías el pie ahí, y después de estar un rato discutiendo sobre si me siento en otro lado o no, acabarías haciendo que me sentara. Y a partir de ahí, comienzan las historias. Tu gran repertorio de anécdotas. Desde tus amores de la adolescencia o los del yayo, los bailes en el paseo de noche que tanto añorabas, o tus épocas de modista. Siempre interrumpidas por una discusión con el yayo, porque decía algún comentario y te enfadabas y decías 'estoy hablando yo con la niña', o por preguntarme, así de sopetón que si queria algo de comer. Y todo esto mientras te pasabas el pañuelo por la frente para secar el sudor y despues, te peinabas con tu peine marrón, ese que siempre llevabas encima. Debo admitir que me hacía gracia ver como discutias con el yayo porque estabas harta de siempre tener que ver las mismas películas del oeste desde hace años o porque decías que se pasaba la mañana cantando y te ponía de los nervios. Pero la que nunca fallaba era la de 'Cisco, me tienes negra con el salvame'. Echaré de menos que ya no me digas cada 2x3 'ui, ese jersey es nuevo? No te le he visto nunca, que chulo, te lo voy a quitar' después de que una semana antes, me hayas dicho lo mismo con ese mismo jersey. Echaré de menos hasta las broncas en las comidas familiares. Siempre que nos juntábamos acababamos discutiendo, pero no me extraña, en esta familia vamos a ver quien es el más cabezón, y tú, nunca perdías. Siempre recordaré los días que pasábamos juntas cuando era pequeña. Cuando al mediodía llegábamos del cole y algún día se te quemaba la comida y me decías 'sobretodo no se lo digas a la mama que no quiero que se preocupe', o las tardes que nos íbamos en bus al paseo, a tomar un helado y de tiendas, a escondidas de mi madre. No cambiaría ninguno de los recuerdos a tu lado por nada del mundo yaya, valen más que cualquier cosa del universo. Y ya no se que decirte. Que lo siento. Siento no haberte ido a ver más, y no haberte dicho te quiero desde hace un tiempo. El único consuelo que me queda es que ya has dejado de sufrir. Ya no tendrás que ir cada día al médico, tomarte 1000 pastillas al día, ni pasarlo mal porque te duele todo. Ahora, estás descansando en paz, al lado de tu querido Dios. Por último, decirte que siento haber entrado pocas veces a verte hoy, pero entiende que me dolía verte ahí, a mi lado, estirada, como si durmieras, pero sabiendo que la realidad era muy distinta, y que ya no podré volver a escuchar tu voz, ni a darte un beso o decirte te quiero. Así que yaya, espero que estés donde estés, te acuerdes de mí, como de tus hijos, nieto, hermanos...pero sobretodo del yayo, porque créeme, que él no te olvidará jamás. Te quiero, tarde o temprano nos vamos a volver a ver, te lo aseguro.
Pd: hoy estabas preciosa, como siempre.